martes, 29 de septiembre de 2015

EL VINO DE DIENTE DE LEÓN: EL MÁGICO VERANO DE UN PUEBLO VERDE DESTILADO EN 1928

     ¿Podrías sentir nostalgia de un lugar en el que nunca has vivido?, ¿de un tiempo pasado muy anterior a tu nacimiento? No he tenido la suerte de vivir en el Waukegan, estado de Illinois, del verano de 1928, donde un chaval de 12 años llamado Douglas Spaulding (Ray Douglas Bradbury, hijo  de Leonard Spaulding Bradbury) evoca el mundo mágico y fantástico de un pueblecito perdido en el  corazón mismo del Midwest americano. 
     La novela rememora una visión idílica de una América del pasado todavía alejada de nuestra era tecnológica y científica y tal vez deshumanizada. De ahí que Douglas Spaulding llame a su pueblo «Green Town» (la ciudad verde), donde la gente puede andar tranquilamente por las calles a cualquier hora del día y de la noche —a diferencia de lo que sucede en su cuento «The Pedestrian» ('el peatón') en Los Angeles de los cincuenta—, las esposas y esposos pueden y saben aparcar sus diferencias, el amor es cíclico y también eterno, y la vida es, sobre todo, mágica. Estamos en una América donde los desafíos de estar vivos no son infranqueables, como tampoco es tan aterrador el espectro de la muerte, que puede ser «derrocada» con sólo tumbarse y aceptarla como algo natural, como hacen los niños que le dan nombre y la hacen protagonista de sus juegos por los soportales y las praderas del pueblo. 
   
Ray Bradbury en su Waukegan natal, a los 5 años de edad
 Esta novela o sucesión de relatos bien coordinados es muy consciente de sus raíces americanas, de la América más profunda, y de ahí que sepa recurrir a todos sus tropos. Lo mágico se convierte en mítico, reflejado en ese profundo optimismo de la América del ayer. La novela es una especie de carta de amor del autor a los jóvenes  de todo el mundo y muy en especial a los de hoy día, dependientes de internet y de los videojuegos, justo antes del posible colapso del poder de la imaginación nacida del olor y el tacto del papel escrito,  de las fragancias y colores de la tierra virgen y de las primaveras y otoños de nuestros sueños. 
     He perdido la inocencia como para creer que estos lugares y tiempos mágicos todavía existen; pero al menos estoy convencido de que el arte y la literatura sí pueden crearlos y recrearlos per saecula saeculorum: «¿Queréis ver la verdadera Máquina de la Felicidad?, ¿la que se patentó hace más de dos mil años? Todavía funciona, bueno, no todo el tiempo; pero funciona, y lleva aquí desde siempre».
      

¿Y qué harías tú si tuvieras una Happiness Machine? Bueno, tal vez deberíamos darle la vuelta a la pregunta: ¿Sabrías utilizarla?

Nota Bene: Dandelion Wine fue publicada como novela en 1957. Sin embargo, los relatos que la forman ya habían ido apareciendo periódicamente en diferentes revistas entre 1951 y 1956. 




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