jueves, 24 de diciembre de 2015

     Una familia compuesta por tres miembros se prepara para viajar al espacio. La madre y el padre ya han viajado antes; pero se trata del primer viaje del hijo. Se disponen a abandonar la Tierra un día como hoy, 24 de diciembre, pero del año 2052, el día antes de Navidad. Quieren pasar el día de Navidad juntos con un árbol de Navidad y velas; pero en la aduana les son requisados. Entran en el cohete y este despega hacia Marte cruzando la oscuridad espacial. El niño está ilusionado con la Navidad toda la noche y al final, cuando su reloj marca las 12 de la media noche, les pregunta a sus padres por el regalo de Navidad y el árbol con las velas y adornos. Estos se ponen de acuerdo y lo llevan hacia la puerta de entrada a una enorme cabina. El padre entonces marca el código y la puerta se abre, y entonces pasan. Delante de ellos hay un enorme ojo de buey, una ventana de un metro y medio de alta por dos metros de ancha. El ojo de buey mostraba la vasta inmensidad espacial. 
 -Feliz Navidad, hijo mío —dijo el padre.
    El niño miró fijamente la profundidad espacial, dirigiendo la mirada a las estrellas que se asemejaban a 10 billones de velas navideñas. Este era el regalo de Navidad, desde el espacio infinito. 
    Uno podría pensar que Ray Bradbury es una especie de Isaac Asimov, pero no nos engañemos, tras la lectura de relatos como este advertimos la vasta diferencia y distancia sideral entre estos dos grandes autores, pese a que en ocasiones ambos compartan un "mensaje" de ciencia ficción. Bradbury es un fabulador de la ciencia ficción y/o de la fantasía, mientras que Asimov es un escritor de ideas dentro de la ciencia ficción. 
     Este cuento aparece en la colección de relato corto R is For Rocket, de 1962. De esta colección podemos destacar esencialmente la poesía de las descripciones, así como la amplitud de temas y de estilos literarios que el creador maneja y dirige en sus figurativos retratos. Este cuento, "El regalo", es sin duda uno de los mejores "aguinaldos" que Ray Bradbury nos deja, a niños, jóvenes y mayores,  por Navidad. 



sábado, 21 de noviembre de 2015

LAS CRÓNICAS MARCIANAS: LA COLONIZACIÓN DE MARTE

     Desde «El verano del cohete» hasta «El picnic de un millón de años», estos relatos bradburianos sobre  la colonización de Marte son un sofisticado y armónico engranaje de pasados y futuros. El título, publicado en 1950, suele ser erróneamente incluido en el género de ciencia ficción, cuando en realidad nada tiene que ver con el género, pues nos encontramos con un clarísimo exponente de literatura fantástica, tal y como el propio Ray Bradbury declarase, hasta la saciedad, en numerosas entrevistas para desmarcar esta y otras obras suyas de su novela Fahrenheit 451: «La única novela que he escrito de ciencia ficción es Fahrenheit 451».       

   Prueba de esta pertenencia a la literatura fantástica es el hecho de que todos estos relatos  están bañados de una profunda nostalgia, de oscuros porches donde las tintineantes jarras de fresca limonada ponen el sabor, el aroma y hasta el sonido ambiental, de los viejos relojes de los abuelos, y de niños correteando por los verdes prados de un hermoso pasado en la Tierra. Echar de menos todas esas deleitosas vivencias del pasado representa un tremendo peligro para los humanos ya instalados en el Planeta Rojo; pero también para los marcianos de dorados ojos. En  el futuro 1999 -para nosotros ya un pasado- una expedición tras otra de humanos va abandonando la Tierra para adentrarse en Marte, planeta que empieza a ser colonizado con parecida voracidad a la del Nuevo Mundo tras el descubrimiento de América, aunque con un enfoque más próximo a la conquista del lejano oeste norteamericano, con los innumerables conflictos entre los nativos y los nuevos colonos. 
     Los marcianos saben preservar y mantener en secreto todos sus misterios y herencia, pero no saben ni pueden defenderse de las enfermedades humanas que, transportadas a Marte por nosotros en cohetes, acaban diezmándolos hasta casi la extinción. Los colonos aparecen con nuevas ideas, costumbres y, sobre todo, tratando de implantar desde el principio los grandes males de nuestra civilización: el consumismo desbocado, el capitalismo como religión global, y una guerra, de carácter global,  que ha dejado la Tierra al borde de la destrucción total. No nos extraña, por tanto, ver en Marte puestos de perritos calientes, como metáfora de nuestra concepción de la felicidad, y de erradicación de la civilización aborigen, es decir, de toda la cultura marciana, como ampliación de nuestra ciega visión de la realidad que nos rodea. 
     En la mayoría de estos relatos, Bradbury parece sostener un gigantesco espejo donde se refleja un vergonzoso tratamiento de «El otro», tanto del aniquilado nativo marciano, como del aislado terrestre, ambos reflejados en un espejo de desolación y aislamiento. Aunque, como suele ocurrir en la mayoría de relatos de Bradbury, en Las crónicas marcianas también concluye dejando cierto lugar para la esperanza, para una hipotética renovación de la especie humana, cuando una familia de colonos humanos escapa de la muerte de la Tierra en busca de un nuevo futuro en Marte, quizá con un mayor respeto por los escasos marcianos que allí puedan estar esperándoles. Las crónicas marcianas es, sin ningún género de duda, una dura sátira del espíritu colonizador e imperialista de nuestra raza, de nuestra especie. Bradbury no critica ningún modelo ni sistema político ni tampoco la conquista o colonización del «Nuevo Mundo» marciano, simplemente explora con sus relatos las entrañas y los entresijos de un ser, el nuestro, llamado «humano», pero que es, en cambio, capaz de actuar con «El otro» del modo más cruento, despiadado, egoísta e «inhumano».




martes, 29 de septiembre de 2015

EL VINO DE DIENTE DE LEÓN: EL MÁGICO VERANO DE UN PUEBLO VERDE DESTILADO EN 1928

     ¿Podrías sentir nostalgia de un lugar en el que nunca has vivido?, ¿de un tiempo pasado muy anterior a tu nacimiento? No he tenido la suerte de vivir en el Waukegan, estado de Illinois, del verano de 1928, donde un chaval de 12 años llamado Douglas Spaulding (Ray Douglas Bradbury, hijo  de Leonard Spaulding Bradbury) evoca el mundo mágico y fantástico de un pueblecito perdido en el  corazón mismo del Midwest americano. 
     La novela rememora una visión idílica de una América del pasado todavía alejada de nuestra era tecnológica y científica y tal vez deshumanizada. De ahí que Douglas Spaulding llame a su pueblo «Green Town» (la ciudad verde), donde la gente puede andar tranquilamente por las calles a cualquier hora del día y de la noche —a diferencia de lo que sucede en su cuento «The Pedestrian» ('el peatón') en Los Angeles de los cincuenta—, las esposas y esposos pueden y saben aparcar sus diferencias, el amor es cíclico y también eterno, y la vida es, sobre todo, mágica. Estamos en una América donde los desafíos de estar vivos no son infranqueables, como tampoco es tan aterrador el espectro de la muerte, que puede ser «derrocada» con sólo tumbarse y aceptarla como algo natural, como hacen los niños que le dan nombre y la hacen protagonista de sus juegos por los soportales y las praderas del pueblo. 
   
Ray Bradbury en su Waukegan natal, a los 5 años de edad
 Esta novela o sucesión de relatos bien coordinados es muy consciente de sus raíces americanas, de la América más profunda, y de ahí que sepa recurrir a todos sus tropos. Lo mágico se convierte en mítico, reflejado en ese profundo optimismo de la América del ayer. La novela es una especie de carta de amor del autor a los jóvenes  de todo el mundo y muy en especial a los de hoy día, dependientes de internet y de los videojuegos, justo antes del posible colapso del poder de la imaginación nacida del olor y el tacto del papel escrito,  de las fragancias y colores de la tierra virgen y de las primaveras y otoños de nuestros sueños. 
     He perdido la inocencia como para creer que estos lugares y tiempos mágicos todavía existen; pero al menos estoy convencido de que el arte y la literatura sí pueden crearlos y recrearlos per saecula saeculorum: «¿Queréis ver la verdadera Máquina de la Felicidad?, ¿la que se patentó hace más de dos mil años? Todavía funciona, bueno, no todo el tiempo; pero funciona, y lleva aquí desde siempre».
      

¿Y qué harías tú si tuvieras una Happiness Machine? Bueno, tal vez deberíamos darle la vuelta a la pregunta: ¿Sabrías utilizarla?

Nota Bene: Dandelion Wine fue publicada como novela en 1957. Sin embargo, los relatos que la forman ya habían ido apareciendo periódicamente en diferentes revistas entre 1951 y 1956. 




lunes, 31 de agosto de 2015

I SING THE BODY ELECTRIC & OTHER STORIES: LA MENTE MESIÁNICA DE RAY BRADBURY

     La imaginación, la mente de Bradbury es un auténtico carnaval de las delicias y el terror que se expande desde el verdor mágico de su Green Town, pasando por el verdor esmeralda de Irlanda, hasta los más abisales y confines infinitos de la fría y misteriosa bóveda celeste. Todo su trabajo viene articulado por un mismo patrón: el reconocimiento del ser y la condición humana como mítica especie que resuena y reverbera por todo el firmamento físico e inmaterial, espacial y terrestre, mental y carnal. 
     Por ello, los personajes de Ray Bradbury pueden encontrarse en cualquier sitio del planeta o del cosmos, de nuestra consciencia o subconsciente, y también bajo cualquier disfraz. En esta colección de relatos nos encontraremos las más in-verosímiles posibilidades de la existencia humana: la madre que horrorizada da a luz a una extraña pirámide azul; el hombre que saca al mismísimo Abraham Lincoln de la tumba para devolverlo a nuestro mundo, aunque otro se ocupe de devolverlo al lecho de su eterno descanso con un tiro a bocajarro; el hombre que abandonado en un planeta lejano durante 60 años recibe una llamada telefónica del pasado; el mismo cuento que da título a la colección, "I Sing the Body Electric", sobre la sorprendente Abuela Eléctrica que reemplaza a la fallecida madre de una atribulada familia; el viejo loro que ha aprendido a imitar la voz del inconfundible Hemingway; el cura de Marte que puede enfrentarse a su último y más dulce sueño: el encuentro con el Mesías. 
     Todos y cada uno de estos 28 relatos pueden transmitirnos mucho acerca de nuestra esencia humana con un exquisito poema final a modo de Coda de este "im-predecible" viaje por las inescrutables rutas de nuestros miedos y locuras, pero también sueños y esperanzas, tal vez por ello el título mismo, "I sing the Body Electric", lo toma de un bellísimo poema de Walt Whitman en su célebre Leaves of Grass. Una muestra más de la poesía como ingrediente fantástico de la mente mesiánica de nuestro autor.
Fotograma del filme Twiglight Zone basado en I Sing the Body Electric, firmado por R. Bradbury y el reparto de actores

sábado, 25 de julio de 2015

"El VENDEDOR DE ZAPATOS NEGRO", 
UN MICRORRELATO SOCIAL



     Sabemos que Ray Bradbury era uno de los mejores fabuladores y constructores de cuentos o relatos, según se mire, de la literatura contemporánea. Hoy día, cuando surgen nuevas construcciones literarias con el prefijo denominador «micro» para designar fórmulas literarias «exprés», en el sentido de urgentes, inmediatas y brevísimas en todos los géneros, pero fundamentalmente en la narrativa y la poesía, con el microrrelato y el micropoema respectivamente,  es cuando debemos volver al maestro del cuento mágico, surrealista e intenso y rescatar, en la medida de lo posible, algunos de sus innumerables «microrrelatos» que por casualidades o causalidades del destino nunca han sido publicados. En esta ocasión, les invito a disfrutar "The Colored Shoe Man", rescatado por el profesor William Touponce en The New Ray Bradbury Review (número 3, 2012). Adviértase la estampa que ofrece del personaje, un fugaz y corriente vendedor de zapatos de los años veinte del pasado siglo.


   Allí estaba él de pie esperando el tranvía, cualquier tranvía, un tranvía de ningún color, hora o forma en particular, siempre y cuando llevara gente a cualquier sitio. Si el primer tranvía llevaba al oeste, lo cogería; si iba al este, seguro que lo cogería. Llevaba una enorme caja de lona tirada en la acera  junto a sus brillantes zapatos blancos y negros. Su cara era amable y serena, del color de la Coca-Cola. Sus cabellos parecían muelles blancos en su cabeza redonda. Unos guantes blancos cubrían sus delgadas manos y estaba canturreando. 
    Era un vendedor de zapatos. [La traducción es mía.]






sábado, 6 de junio de 2015

EL PRIMER RELATO PSICOLÓGICO AMOROSO DE RAY BRADBURY
(Publicado en Weird Tales, Mayo 1944)

«Me acababa de dar cuenta de que por fin había escrito todo un gran relato. El primero tras diez años escribiendo. Y no sólo era una bella historia, sino además una especie de híbrido, algo en la frontera de lo nuevo. No un tradicional cuento de fantasmas, sino un cuento sobre el amor, el tiempo y los recuerdos». En efecto, el cuento puede ser sobre cualquier aspecto de la vida menos un "weird tale" ('cuento raro'). Con «El lago», Ray Bradbury viaja hacia sus más íntimas entrañas para explorar un recuerdo de la infancia en su Waukegan natal. En ese viaje en el tiempo descubre, por fin, su voz más distintiva e inconfundible: la fantasía autobiográfica, lírica, sentimental, obsesiva y arrebatadora. Contado el cuento desde la perspectiva de un niño de doce años, cuya amiga y primer amor de cabellos dorados acaba ahogándose en las misteriosas aguas del Lago Michigan, el infortunado protagonista también se ahoga en un profundo océano de nostalgias, soledades, pérdida del amor y muerte; motivos que reverberarán constantemente durante toda su futura carrera literaria. El cuerpo de la niña nunca aparecería, sería para siempre engullido por las abismales aguas del lago, y años más tarde, ese mismo joven, hecho un hombre, casado y padre de familia, vuelve a su pueblo y pasea por el mismo escenario de aquella fatídica tarde de verano para liberar a su perdida e inolvidable amiga de las garras del lago: 


«Era septiembre. Los últimos días, cuando todo se vuelve triste sin razón aparente. La playa era tan larga y solitaria, con sólo seis personas. Los niños dejaron de jugar con la pelota porque el viento soplaba triste con ese silbido que hacía, y los niños se sentaron y sintieron el otoño venir por la interminable orilla. [...]   Descendí hacia el agua dejándola cubrirme hasta el vientre. Antes no me había atrevido a mirar. Pero ahora, era un hombre cortado por la mitad. Un mago. El agua es así. Parece como si estuvieras cortado por la mitad y que una parte de ti, de azúcar, se va disolviendo. Agua fresca, y de vez en cuando una señora ola tambaleándose contra ti con una florida caricia. La llamé. La llamé docenas de veces: "Tally! Tally! Oh, Tally!".  [...] Yo sólo tenía doce años, pero sabía lo mucho que la quería. Era ese amor que está por encima de la materia y el espíritu... [...] Volví caminando de la playa hacia donde una extraña e imponente persona llamada Margaret [su esposa] me esperaba con una sonrisa...»


jueves, 23 de abril de 2015

AL SABER QUE CERVANTES Y SHAKESPEARE MURIERON EL MISMO DÍA

Nuestro célebre Ray Bradbury dedicó este poema a Shakespeare y Cervantes, al saber que ambos dejaron nuestro mundo el mismo día. Qué mejor homenaje que dedicarles a estos dos gigantes de la literatura universal, que pensaron, leyeron y escribieron en dos de las lenguas más extendidas de todo el orbe, un poema donde se funden los dos talentos. Ray Bradbury, con este poema, hizo posible el encuentro entre los dos escritores dentro de la fenomenología del verso. Esta es la traducción del poema al español en la edición de Cátedra (Letras Universales):

POEMA ESCRITO AL SABER QUE SHAKESPEARE Y CERVANTES MURIERON EL MISMO DÍA
El gran Shakespeare desaparecido, Cervantes fallecido y el sol que desciende al mediodía. El amanecer rechaza la luz. El tiempo contiene el aliento
ante esta mortal coincidencia
¿y puede ser?, ¡cómo puede ser
que estos dioses mellizos se marchen a la oscuridad
los dos el mismo día!, y que nadie detenga
la siega de esta cruel cosecha
cada una en su campo, y cada una tan brillante,
ambas, ardiendo, alejaron la noche.
Ahora que la noche regresa para apropiarse de sus derechos, ¿A Liberar un Espíritu? ¡No! La Muerte se lleva dos. Primero uno. El mundo anda desnivelado
¡pues dos! Y el mundo entonces se vuelve a equilibrar. Dos choques de Cometas en una semana,
primero España, luego el boquiabierto rostro de Inglaterra. El mundo enmudece de pánico y miedo,
la Antártida se derrite en lágrimas,
y los fantasmas de los Césares violentados, aparecen
las amazonas con los ojos totalmente ensangrentados,
una edad ha concluido, aunque debe quedar
como testigo de un día brutal
en el que el absurdo Dios nos dejó solos
al dar muerte a William, y después a su clon español. ¿Quién osará evaluar semejantes plumas?
No volveremos a ver tales mellizos de nuevo.
Shakespeare ha desaparecido, ¿y Cervantes muerto?
Las arterias de Dios se han desangrado.
y sin Luz, y enterrado el barro,
pues dos Titanes se han ido en un solo día,
los dos derribados por un certero golpe de la muerte, Cristo contempla con asombro sus heridas. Dios contiene
[la respiración. Y nosotros nos quedamos consternados por caídas mellizas,
la inmensidad del día horroriza
como si un tribunal de Reyes,
desde los Césares hasta nuestros Asuntos Reales,
un desfile de lujosa realeza
que se ahogara en la obscenidad del Tiempo,
pues alguien esto ordenó: «Que mueran dos gigantes». Primero un ojo y después el otro,
Dios cerró el grande, ¿entonces el más grande sueño no es bastante? No, parecería
un vacío medio lleno si Shakespeare, perdido descendiera a la muerte justo al pistoletazo del ocaso. Así pues lamentando, después riendo,
Dios cogió y llenó la otra mitad.
Cervantes avanzó por el umbral
para llenar y colmar el corazón del Cometa.
Dios los envió a los dos, estrellas gemelas cuyo fuego alumbró ballenas y hermosas bestias de alquiler
y muchos años ya suspirando por los paseos
donde Cervantes más Shakespeare esconden
su caída. Ecos golpeteados por el Escenario
y aun así imaginamos nuestra atrocidad
porque donde se encuentra el sentido de esto echamos de menos nuestra mano izquierda y derecha que aplaudían juntas
a Dios y a la Primera Causa Cósmica.
Pero Cervantes y el Bardo helados están
¿dos Sueños salvajes en un mudo molde de tierra? Que todos los ecos fluyan con las mareas
donde los cometas sean sus deslumbrantes novias
y Cervantes y el impúdico Will
disputen nuestras ascendentes esperanzas
y nos despierten del espantoso sueño
para gritar: «¿El Quijote, Hamlet, muertos? ¿En un aciago día? ¡Déjalo!, venga. ¡Vamos!». No veré tales funerales.
Sus tumbas, sus lápidas, las rechazo.
Prestadme sus libros, mostradme sus Musas.
Al final del día o, a más tardar, de la semana,
ruego a Cervantes/Shakespeare que hable
para colmar mi corazón, para llenar mi cabeza
¿de qué? Del Gran Don. Del Buen Lear. No han muerto.
[¡No han muerto!
Bibliografía: Ray Bradbury, Poesía completa, Madrid, Cátedra, 2013.


ON LEARNING THAT CERVANTES AND SHAKESPEARE BOTH DIED ON THE SAME DAY

RAY BRADBURY wrote this poem dedicated to William Shakespeare and Cervantes, since both died on the same date:


A POEM WRITTEN ON LEARNING THAT SHAKESPEARE AND CERVANTES BOTH DIED ON THE SAME DAY
Great Shakespeare lost, Cervantes gone The sun at noon goes down. The dawn Refuses light. Time holds its breath
At this coincidence of death
Then can it be? and is it so
That these twin gods to darkness go
All in a day! and none to stop
The harvesting of this fell crop
Each in its field, and each so bright
They, burning, hurled away the night.
Yet night returns to seize its due,
One Spirit Spout? No! Death takes two.
First one. The world goes wry from lack Then two! tips world to balance back.
Two Comet strikes within a week,
First Spain, the dumbstruck England’s cheek. The world grinds mute in dreads and fears Antarctica melts down to tears,
And Caesars ghosts erupted, rise
All bleeding Amazons from eyes,
An age has ended, yet must stay
As witness to a brutal day
When witless God left us alone
By deathing Will, then Spanish clone.
Who dares to try and gauge each pen
We shall not see such twins again. Shakespeare is lost, Cervantes dead?
The conduits of God are bled
And gone the Light, and shut the clay
Two Titans gone within a day,
Two felled by one sure stroke of death,
Christ gapes his wounds, God stops his breath. And we are staggered by twin falls
The vastness of the day appalls
As if a tribunal of Kings
From Caesars down to our Royal Things,
A pageant of rich royalty
Were drowned in Time’s obscenity.
Who ordered thus: «Two giants — die.» First one and then our other eye
God shut the great, then greatest dream One not enough? No, it would seem
A void half full if Shakespeare, done
Went down to doom at sunset’s gun.
So then lamenting, then with laugh,
God seized and filled the other half. Cervantes pulled across the sill
To heart of Comet brim and fill.
God sent both forth, twin stars whose fire Birthed whales and beauteous beasts for hire And long years since we beg for rides
Where Cervantes plus Shakespeare hides Their fall? knocked echoes round the Stage And still we reckon our outrage
Because where is the sense in this
Our left hand and our right we miss
Which clapped together made applause
For God and Primal Cosmic Cause.
But Cervantes and Bard strewn cold
Two wild Dreams in one dumb soil mold? Let all the echoes flow in tides
Where comets are their flowering brides And Cervantes and bawdy Will
Do windmill fight our hopes uphill
And rouse us up in nightmare bed
To cry: Quixote, Hamlet, dead?
In one fell day? Get off! Get. Go!
Such funerals I will not know.
Their graves, their stones, these I refuse. Lend me their books, show me their Muse. By end of day or, latest, week,
I bid Cervantes/Shakespeare speak
To brim my heart, to fill my head
With what? Good Don. Fine Lear. Not dead. Not dead!



Bibliography: Ray Bradbury 2002: I live by the Invisible: New and Selected Poems. Salmon Poetry: Ireland]



domingo, 29 de marzo de 2015

FAHRENHEIT 451: EL CREDO DE FUEGO DE RAY BRADBURY

     Es evidente que esta novela es el primer tratado de ciencia ficción de nuestro autor, desde un prisma distópico. La publicación de Fahrenheit 451 (1953) es el contrapunto a una vertiginosa creación literaria dentro del mundo de la fantasía, que a partir de esta nota distópica dará lugar a nuevos leitmotivs encaminados a crear un género nuevo y de su propio cuño que bien podría denominarse «ciencia ficción fantástica». El propio Bradbury, al poco de publicar la novela manifestó su declaración de intenciones: «Creo que la ciencia ficción y la fantasía ofrecen los más vívidos y actuales enfoques a muchos de los problemas de nuestro tiempo, y por eso siempre espero escribir siguiendo esta fórmula vívida y vigorosa, diciendo lo que pienso sobre la filosofía y la sociología en nuestro futuro más inmediato».
     
Con semejante afirmación, Bradbury confirma esta novela como su verdadera prueba de fuego como novelista, o dicho de otro modo, su credo de fuego como escritor, si reparamos en la fuerte carga de preocupación social reflejada en el mensaje central de la misma. Bradbury no escoge un asunto ni una forma de escribir pensando únicamente en divertir o entretener al lector. Él opta por motivar al lector con un asunto trascendental en nuestra sociedad y nuestras vidas: la importancia de la lectura. Bradbury, por consiguiente, no está interesado en escribir ciencia ficción fantástica simplemente por el hecho de que ésta pueda dar rienda suelta a nuestra imaginación con la invención de acontecimientos futuros aún desconocidos para todos nosotros y de consecuencias impredecibles y/o nefastas. Fantasía o ciencia ficción, de acuerdo, pero lo que aquí importa es el propósito, no el género. El propósito, la intención es la crítica social. Y lo que Bradbury, de este modo, pretende es exponer una crítica social que puede hacer estremecer nuestras almas y golpearnos la cabeza tan fuerte como si fuésemos sacudidos por un martillo en llamas. 
     Fahrenheit 451 no ofrece una ácida crónica del futuro, sino del presente. Y este es precisamente el sentido y el significado crucial del discurso de Beatty en la novela. El capitán explica cómo su sociedad perfecta ha ido evolucionando hasta su estado presente; pero en dicho proceso él muestra las semillas de ese futuro claramente en nuestro presente, no sólo en el del pasado siglo, sino en el nuestro, en el del siglo XXI. Nos encontramos en un punto de no retorno, donde, como bien apunta Beatty, «el futuro ha ya sido establecido», y la sociedad ha renunciado a la cultura. El ser humano, en esta sociedad distópica, no llega a ser del todo «humano». 
     Bradbury escribe Faherenheit 451 con la visión de un profeta que la utiliza como el mejor vehículo para advertirnos de que una sociedad que sólo ansía la felicidad a cualquier precio puede acabarse convirtiendo en una sociedad violenta y llena de amargura. Bradbury ofrece una interpretación de nuestro mundo y de nuestro tiempo muy precisa. Es un asunto tan serio como para preguntarnos si nos hemos convertido en una generación de protesta fácil, pero acrítica,  o lo que es lo mismo, en una civilización de autómatas. Con todo, esta fantasía sobre el futuro también revela en las últimas páginas la esperanza y la fe del autor en la especie humana, cuando Montag, el «inquisidor» mayor de  la obra, acaba abrazando la cultura, el arte y la literatura, todo aquello que durante toda su vida ha venido exterminando. Su cita directa del Libro de las Revelaciones muestra una visión cíclica de la historia de la humanidad: «Al otro lado del río se erguía el árbol de la vida con doce tipos de frutos, y daba sus frutos todos los meses. Y las hojas del árbol eran la salud de las naciones».  Explicando que las páginas más siniestras y oscuras de nuestra historia, como las barbaries cometidas en nuestros días por quienes en nombre de Dios o de un ideal destruyen joyas culturales y arrasan vidas humanas, sólo son oleadas que van y vienen, y aunque a su paso van dejando ruina y desolación, el ser humano acabará superando el horror y la muerte para dar finalmente su fruto, mostrando así su gloria. Ray Bradbury se niega, decididamente, a aceptar el final del hombre, un ser que, como el mítico Fénix, resurgirá para siempre de sus propias cenizas. 
Traducción: «Y recuerda, que todos los libros han sido creados iguales... Pero algunos libros son más iguales que otros».  Adaptación libre de la célebre frase de Rebelión en la granja, de George Orwell: «Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros». En definitiva, dos sátiras distópicas de nuestro tiempo: la de Bradbury, del individuo; la de Orwell, política. 




miércoles, 18 de febrero de 2015


     El título en inglés, "Marionettes Inc" ('Marionetas Sociedad Anónima'), es el decimoquinto relato de los diecinueve que forman el título El hombre ilustrado (1951). El tema central es el abuso de la tecnología. El relato trata sobre la creación de androides por la empresa "Marionettes Inc", que clona, bajo pedido, seres humanos a la perfección. 

   Pese a ser la primera noche fuera del señor Braling en diez años de matrimonio, decide volver a casa a las 10 de la noche. Su amigo Smith le critica su aburrido matrimonio. Braling había conocido a su dulce y servil esposa en un viaje a Río en 1979. Diez años después, Braling quiere volver a Río para disfrutar de lo que entonces cree que se le privó al conocer a su esposa de repente al poco de llegar a Rio. Pero en esta ocasión, él quiere hacer el viaje completo y solo, sin ella, y sin que esta ni siquiera lo sepa. Smith sueña poder ir con él a Río y librarse también así durante unos días de su esposa. Los dos "sufridos" esposos llegan a casa de Braling a las 10, donde Smith, sorprendido, ve a un doble de Braling que los saluda. Se llama Braling 2. El humano Braling le pide a su amigo Smith acercar su oído al pecho de Braling 2, donde escucha un tick tack mecánico que demuestra que se trata de un robot. El señor Braling le cuenta que ha sido fabricado, bajo pedido, por una empresa llamada "Marionettes Inc.", y le da a su estupefacto vecino la tarjeta de la misma. 
     El señor Smith sueña hacerse de otro clon androide para que lo sustituya ante su esposa en casa, poder así librarse de ella esporádicamente y permitirse ciertas licencias imposibles en el matrimonio. Por lo que el señor Smith empieza a ahorrar en secreto para poderse comprar su sustituto robot. Cuando tiene todo el dinero para realizar su sueño se encuentra que casi todo el dinero que tenía escondido para hacer el pedido de Marionettes Inc ha desaparecido. Acerca su oído al pecho de Nettie, su esposa, y escucha un tick tack. Su esposa Nettie se le ha adelantado, ha tenido la misma idea y el mismo sueño. ¿Dónde está ahora la verdadera? ¿En Río de carnaval?. Mientras tanto, en casa de Braling, Braling 2 expone abiertamente sus pensamientos, que acaba imponiendo: se niega rotundamente a ser su mero sustituto. Braling 2 no está dispuesto a volver a ser encerrado en su caja escondida en el sótano tras la vuelta de su propietario de Río. Además, Braling 2 confiesa haberse enamorado de su esposa y estar felizmente dispuesto a atenderla y satisfacerla en todos los sentidos. Reprocha la deslealtad de su dueño a su esposa. Braling 2 afirma amar, sin condiciones, a la esposa del señor Braling. Este, en un estado de paroxismo, llama a la empresa Marionettes Inc para devolverlo, pero Braling 2 se le adelanta y "entierra" vivo a su dueño en la caja, que esconde en el sótano. Braling 2 decide ir a Río pero acompañado de la esposa. Antes de comprarle el billete, abraza a la señora Braling y la besa, algo que el señor Braling no había hecho desde hacía muchos años. 
   
First Artificial Bionic Human en Science Museum (Londres, 2014)
 En síntesis, el androide se ha enamorado de la señora Braling y se niega definitivamente a ser una simple máquina. Ha tomado la decisión de acabar con su "amo". Por lo que quien tiene que volver a la caja trastero, y desaparecer para siempre, no es él, sino el señor Braling, reemplazado definitivamente por su clon mecánico. La reflexión final nos lleva a barajar y vislumbrar la posibilidad de un mundo cercano donde nuestra poderosa imaginación puede llevarnos a una felicidad sometida a la esclavitud tecnológica y científica. ¿Cuánto falta para esto? Seguro que ya no se trata de siglos, está a la vuelta de la esquina, en unos cuantos años veremos, o mejor dicho, creeremos ver —porque no distinguiremos el real del clon— los primeros Bralings 2 y Netties 2.  Al final, ¿quién es la marioneta?


Videos:


Filmes:

I, Robot (based on Asimov's I Robot, directed by Alex Proyas, 2004)
Los sustitutos (basado en la novela gráfica The Surrogates, de Robert Venditti y Brett Weldele, Surrogates, directed by Jonathan Mostow, 2009)

Websites:




jueves, 1 de enero de 2015

RAY BRADBURY, GUIONISTA

Ray Bradbury y Moby Dick: 
La historia de un desencuentro
De izquierda a derecha: John Huston y Ray Bradbury en Dublín revisando el desarrollo del guión escrito por Bradbury.
     La segunda etapa literaria de Ray Bradbury estuvo marcada por la poesía, por alguna que otra incursión en el teatro y, sobre todo, por el cine y la televisión, medios en los que pudo ejercer sus dotes como ingenioso guionista. Y sería Moby Dick, dirigida y filmada íntegramente en Irlanda entre 1955 y 1956 por John Huston, la obra que introduciría a Bradbury en el complejo escenario de la creación fílmica. A Bradbury, para quien el cine tenía la misma importancia intelectiva y cultural que el libro –prueba de ello son las nueve películas semanales que llegaría a ver nada más mudarse con su familia a Los Angeles en 1934– se le brinda la oportunidad de experimentar como creador con un ente y método familiar al mismo tiempo que nuevo. La llamada que recibe de John Huston un 15 de agosto de 1953 encargándole el guión para su nueva película lo deja atónito. 
     Bradbury, que desde niño viene devorando poemas, novelas y cómics en la biblioteca de su «Green Town» natal (Waukegan), convirtiendo la literatura en un deporte mental, afición espiritual y droga emocional, paradójicamente se le había escapado Herman Melville, el gran explorador metafísico del alma humana, y, por ende, su novela Moby Dick, con toda la fuerte simbología de la psique humana que representa la protagonista central de la novela, la ballena blanca. El sonado éxito de Las crónicas marcianas había deparado a Bradbury el reconocimiento y prestigio necesarios para que un nombre de la entidad de John Huston le confiase tamaño proyecto. Y Bradbury le confesó su desconocimiento de la obra literaria en cuestión –sin olvidarnos de que Herman Melville había permanecido en un generalizado injusto olvido literario hasta bien entrada la primera mitad del siglo XX—, algo que no disuadió en absoluto a John Huston de su empeño. De este modo, Bradbury se ve obligado a leer la novela, que le parece todo un descubrimiento "espiritual", una hermosa historia de amor y confluencias literarias en lo que respecta a la fuerte relación entre Shakespeare y Melville que Bradbury advierte en la novela. 
     Con el tiempo, Melville y la Ballena blanca se convertirán en todo un leitmotiv de su creación poética, apartado digno de nuestro interés y al que dedicaremos una futura entrada. Así, tras leer de corrido la novela, Bradbury, con su esposa y sus dos hijas pequeñas, se embarcan con destino a Irlanda en septiembre de 1953. Los seis meses que Bradbury pasa en Irlanda no será un camino de rosas, sino más bien todo lo contrario, un auténtico purgatorio donde Bradbury entra en una profunda depresión provocada por dos factores: el horrible clima de Irlanda y la decepción que le provoca el modus operandi de John Huston. Lo que al principio había sido una amistad y admiración recíproca se acabará convirtiendo en una eterna enemistad y hostilidad que acabaría en los tribunales, cuando tras el estreno de la película aparece el nombre de John Huston como coautor de un guión que únicamente había escrito Ray Bradbury, durante seis meses de frenético trabajo de lunes a domingo. Curiosamente,  las copias y ediciones del guión que se pueden encontrar en librerías, bibliotecas y hemerotecas especializadas llevan únicamente la firma de Ray Bradbury. 
Bradbury, tras conocer de primera mano el funcionamiento y los métodos empleados en la producción cinematográfica por John Huston y su enorme y elaborado equipo de colaboradores, llega a deslegitimar en público y por escrito la autoría, no sólo de este guión, sino de la mayoría de los guiones de las películas firmadas por John Huston, a quien acaba considerando un impostor, además de déspota y tirano en el trato con sus subordinados. Bradbury no tardaría en dejar atrás el resentimiento provocado por la amarga experiencia con John Huston y la crisis nerviosa contagiada por el clima irlandés, pero las memorias y experiencias vividas volverían a reflotar casi cuarenta años después con la publicación de sus memorias irlandesas noveladas en el título Green Shadows, White Whale, de 1992, donde ya no se advierte la acritud inicial ni la personificación del problema, sino la aceptación y superación de un desencuentro humano y geográfico del que daremos habida cuenta en la siguiente entrada de nuestro blog. 

Nota Bene: Para una información más detallada y exhaustiva sobre la polémica surgida entre Ray Bradbury y John Huston véase la Introducción de: