lunes, 30 de junio de 2014

La quema del libro: ¿la destrucción de la imaginación y/o la aniquilación del individuo?
     En Fahrenheit 451 ni siquiera se libran de la quema Shakespeare o Cervantes. Los autores o el contenido no salvan el libro. El  libro tiene una peligrosa lista de crímenes, por eso precisamente, por ser "libro": "Participación" en el desarrollo de la imaginación; contribución a desarrollar el ser individual; cuestionamiento y revisión de cualquier "sistema"; afirmación del pensamiento humano; sublimación del apartado espiritual; y, el peor de todos, la llave de la Libertad. Mejor que piense el Estado, el Sistema por todos nosotros, aunque para ellos mueran Cervantes, Shakespeare y, de paso, hasta el concepto "humanidad"... No olvidemos que el fuego es una metáfora, porque hay muchas formas de quemar el libro, es decir, el pensamiento, la imaginación, la libertad, el ser como individuo único: Lo dijo Ray Bradbury: "Hay más de una forma de quemar un libro. El mundo está lleno de gente correteando sin parar con cerillas encendidas...". ¿Qué podemos hacer? Ir apagando —leyendo, leyendo y leyendo— las cerillas de ese próximo Estado Global en "mal-estado"
En ese futuro distópico los bomberos no se dedican a apagar fuegos, sino a quemar libros. Ray Bradbury era tremendamente original incluso para dar título a sus escritos. Como solía hacer con casi todas sus obras, siempre dejaba el título para el final. En esta ocasión, unos meses antes de publicar la novela se le ocurrió llamar a la Estación de bomberos de Los Ángeles (California), donde vivía, para preguntarles: "¿Alquien, por favor, podría decirme a qué temperatura arde el papel?". Lo curioso es que la persona que le atendió, un bombero, no sabía la respuesta y le hizo esperar casi un cuarto de hora al teléfono hasta que, por fin, alguien allí supo dar con la respuesta exacta: "451 grados Fahrenheit", que son 233 grados Celsius. Es decir, a esa temperatura el papel entra en combustión, arde, y qué mejor título que éste para una novela donde lo que importa no es realmente el "fuego", sino la "elevada temperatura" que lo origina, es decir, el gatillo que dispara el arma, porque, en definitiva, la bala obedece al impulso de un dedo, lo mismo que el fuego al dedo o la mano que enciende la cerilla, el mechero o el botón de la infernal manguera...